CRÍTICA: INSIDIOUS

En 2004, el malayo James Wan y Leigh Whannell crearon uno de los mayores éxitos de terror de los últimos años, Saw, que logró convertirse tanto en la franquicia de terror más taquillera de la historia como en una de las series peor valoradas por los críticos de cine.Aún así, Wan y Whannell se hicieron un sitio en el cine que no supieron aprovechar hasta ahora debido a un par de películas de terror y thrillers que no valían mucho la pena. Esta vez le toca turno a Insidious, una de casas encantadas con supuesta vuelta de tuerca, un tanto irregular pero bastante apreciable.
A pesar de contar con un guión un tanto esquemático y un argumento trillado (o lleno de referencias a Poltergeist, como ustedes prefieran), además de un ridículo presupuesto de 1,5 millones de dólares, Wan sabe trabajar con lo que se le ofrece, obteniendo un film que acaba cayendo en el saco de las buenas películas de terror gracias a la oscura y fantasmagórica atmósfera que crea, con una tenue fotografía e infinidad de ruidos extraños, todo ello subrayado por una escalofriante  -y ruidosa- banda sonora, que parece un personaje más de la película. A eso hay que añadir las convincentes interpretaciones de Rose Byrne y Patrick Wilson, así como la excelente secundaria Barbara Hershey. Todo esto da lugar a un par de sustos que, aunque no demasiado originales, funcionan a la perfección, como ese en el que el espectador se da cuenta, antes que los personajes, de que hay alguien detrás de Josh, o cuando su madre le revela el secreto oculto de su infancia...
El principal problema de la película radica emn el tercer acto, que acaba siendo demasiado escueto y se olvida del miedo a lo oculto, aunque nos reserva otro par de momentos inquietantes hasta el útimo minuto del film, pero no es lo mismo que antes, ya que da más risa que miedo.
En todo caso, Insidious termina siendo una entretenida película de terror, con momentos tanto inquietantes como divertidos, aunque eso falle en algunas ocasiones.

Nota: 6,5/10